BORIS ESPEZUA SALMON, POETA PUNEÑO.

Boris Espezúa Salmón. Nació en Juli-Puno en 1960, Es Abogado y Educador de profesión, es uno de los poetas e intelectuales más destacados de la región. Sus estudios superiores los realizo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde obtuvo el grado de Abogado, actualmente es Doctor en Derecho, en esa área fue decano del Colegio de Abogados de Puno y consejero de la Academia de la Magistratura, nuetro escritor ha publicado los siguientes libros: Tiene publicados los siguientes libros: “A través del ojo de un Hueso” en el año 1988, “Transito de Amautas y otros poemas” en 1990, “Alba del Pez herido” en 1998, y “Tiempo de Cernícalo” en el año 2002. En el campo del derecho: “Ética de la Justicia” en el 2003 y “Protección de la dignidad humana” en el 2007. Es socio del Gremio de Escritores del Perú

y socio del Instituto Americano de Arte, actualmente es docente de pre y post grado en las principales universidades del sur del país, ocupa el cargo de Director de la Maestría de Derecho de la UNA – PUNO, es permanente colaborador del diario “Los Andes” y otras publicaciones nacionales sobre temas de literatura, pluralismo y filosofía jurídica Actualmente viene preparando su poemario “Gamaliel y el oráculo del agua”. Ha dirigido el taller de poesía “Carlos Oquendo de Amat” con auspicio del Instituto Americano de Art en los años 1994 al 1997, hace pocos meses obtuvo el Premio Internacional COPE DE ORO – 2009, de la XIV Bienal de Poesía, que convoca bienalmente PETROPERU con el poemario: “Gamaliel y el oráculo del agua”.

VOZ PLURAL.

Mientras la tierra ordena los ciclos de la luna
los caminos se pierden sin andantes y sin trazar el futuro.
Oigo en mis precipicios un grito que tritura el presente
mientras mis pies danzan
      sobre la memoria de sílabas truncas y odios en ruinas.

Se acaba el deslizamiento de mis dedos sobre el espejo
     que era mi buscarme,
se rompe el cristal y quedo sin encontrarme con mis ojos rotos
   multiplicados, dispersos, diversos.
Se seca la sangre oculta y el tiempo
     rubrica en la nada el canto sacrílego
     con un  litoral de desdén meridiano.
Para detener la huída del otoño
desde diezmadas fuerzas
        hasta los compungidos pájaros que no vuelan
se guardan los quebrantos junto con nuestras osamentas
y los rumores polvorientos anuncian algo que fuimos.

CRETACEA LUZ DEL LAGO.

¿Quién hace ruido?
¿Quién perturba el agua?
La era del sol
desprovista de sombras y sagrarios
dejó de apilar los años entre dos
lágrimas huecas
donde el buho gris 
cerraba las alas del crepúsculo.
Cruzaba un pálpito de soledades 
y una luna entre los dedos
alumbraba corazones de halcones negros.

En la luz de la noche que es ciega
como el olvido.
Un olvido que tiene el olor marchito
de los brujos no correspondidos por 
la suerte de la luciérnaga.

La caracola espinada se enreda
en los pasos de moluscos y arrecifes
de la nueva edad ecológica al fondo del Lago.
Sus aguas
con las trenzas al viento
   dará a luz la nueva mujer
en la boca del aullido de la mañana,
en la plata de las córneas de la luna,
donde estará mi teología para convertirme
en pez o granizo cruzando
la nueva luz para los canales de la quinua
donde el agua suene
sus teofanías
por los siglos en que la luna salga con sus
nuevos ojos de Pez de Oro.
   
LA DANZA DE LAS OLAS.
    

                                    Los cometas que pasan por los cielos, atropellando las estrellas anuncian que el mundo tiene un  corazón empuñado en sí mismo muy cerca de la eternidad de la oración. Ahí mismo se revuelca el pez, sobre aguas de una tierra quemada, donde los sustratos son moscas gordas arando sueños, petrificados y redimidos por los oráculos del Titikaka. Llevo el nombre de Gamaliel, en la punta de mis huesos ciegos para ver el sol que se cortó los dedos en los vitrales de mi bautizo y refractó un pez ciego en el ojal de la fe, al persignarse en mi sien donde  me crezca una amapola amarilla, mientras saltan todas las medianoches los peces luna con su piel fosforescente.

Padre pez en el crujir de los años que enturbia el desencanto apareces en la memoria iluminando la voz de nuestros ancestros abres el lago con sal bruta con el  humus de  entrañas  de aguas represtinadoras en las que perdiste la vista en la edad de fuego  al parpadear al tiempo tu visión integral del Ande en las que siempre me busqué como pez lunario en nombre de tus hijos para abrir nuevos espacios estelares. Ahora sí padre, definitivamente  puedo correr en nuevas aguas  sin ningún trueno en las pupilas.





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